Hace 40 años el ingeniero Luis Carlos Isaza, gerente y fundador de la marca Firplak en Colombia, tuvo la idea de poner en funcionamiento un pequeño taller de fibra de vidrio como parte de su proyecto de vida. Posteriormente, con ayuda de un par de amigos y años de esfuerzo, logró poner en marcha esta idea de negocio que hoy se consolida como uno de los emprendimientos colombianos, en el mercado de baños y cocinas, con gran trayectoria a nivel nacional e internacional.
Aunque la empresa inició con un sencillo montaje, una secretaria y cuatro operarios, la visión a futuro, experiencia y profesionalismo de Luis Carlos, junto a su equipo de trabajo, impulsó el crecimiento de la empresa que hoy conocemos, alcanzando una extensión de 6.000 metros en nuestra planta de producción, conformada por más de 200 personas, gracias al desarrollo constante de soluciones innovadoras que durante estas cuatro décadas, han sabido responder a las exigencias del mercado e incluso, a las economías cambiantes del sistema financiero colombiano.
Precisamente, la consolidación de la junta directiva y el desarrollo de planes estratégicos, son parte de esas ideas que nacieron para definir con mayor claridad nuestra razón de ser. Con esto hemos aprendido a identificar nuestras fortalezas y debilidades en términos productivos y esto es lo que al final se traduce en nuestro objetivo de mejora continua para satisfacer, en cada etapa, las necesidades y expectativas de nuestros clientes; pero también, como una forma de medir y mejorar nuestra productividad a la espera de una mayor eficiencia.
El 2019 nos recibió con un nuevo propósito, esta vez para llevar a cabo nuestro plan de “reconversión industrial”, trazado en la Planeación estratégica 2015-2019. En los últimos años Firplak ha tenido un crecimiento importante frente al mercado internacional, por esta razón nos vimos en la necesidad de redistribuir la planta de producción, buscando aumentar nuestra capacidad productiva para responder a las demandas de la globalización.
Para Ismael Correa, gerente general, lo más difícil de este proceso de cambio fue “poner punto a un proceso continuo que tiene variables químicas involucradas (…) hemos tenido que aprender muchas cosas, visitar plantas similares en países como Brasil, México y China, para entender cómo hacerlo. Asimismo, el cambio de paradigma para las personas que llevan años haciendo lo mismo no es fácil; afortunadamente contamos con un personal muy comprometido que se le midió al reto y lo está logrando.
Esperamos que luego de tener control de las variables y metas propuestas, iremos adaptando nuevas mecanizaciones y sistematizaciones que ayudarán a mejorar no solo la ergonomía y productividad de la planta, sino también abrirnos espacio en un camino próximo “hacia la automatización”.